¡ARRIBA EL OPTIMISMO!Numerosos estudios demuestran que la actitud de una persona ante la vida actúa positivamente sobre su salud. La gente positiva le saca mucho más partido al día a día y vive más años. Numerosos estudios demuestran que la actitud de una persona ante la vida actúa positivamente sobre su salud. La gente positiva le saca mucho más partido al día a día y vive más años. optimismo es mucho más que ver el vaso medio lleno. Significa beberse el contenido con mucho sentido del humor. Según cifras de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más del 80 por ciento de las organizaciones necesitan reducir costos debido a los errores cometidos por empleados desanimados, bajas laborales, rotación de personal e inasistencias a causa de enfermedades relacionadas con la salud. Ser optimista es un estado de ánimo constante. Es una característica de la personalidad que actúa directamente sobre la interpretación personal que se hace de algunos hechos o acontecimientos.
Su estudio se enmarca dentro de la psicología positiva. “La alegría es un estilo de vida que debe ser contagiado. Pensemos en la cantidad de personas a nuestro alrededor que padecen enfermedades relacionadas con el estrés. ¿Cuál es la receta? ¡La alegría es la mejor medicina! Combate el estrés, es básica para dar buenos resultados en el trabajo y hacer buenos amigos, te ayuda a ser más productivo y a solucionar conflictos de manera más eficaz siempre con una actitud positiva”, explica Raquel Origel Puertas, Directora general de Risaterapia A.C. Risaterapia promueve una cultura organizacional de cooperación alegre con el fin de aumentar la productividad y reducir costos apoyando a las empresas (mexicanas, en este caso) a crear una calidad de vida en el trabajo para todos sus empleados. Y es que, como añade Origel en entrevista con Efe, “la alegría lubrica los engranajes de las empresas y de la sociedad”. “Con una sonrisa podemos aumentar la confianza, el respeto, la sensibilidad, la creatividad, la espontaneidad y la imaginación, buscando la resolución no violenta de conflictos, creando equipos efectivos de trabajo con un gran sentido de pertenencia, mientras promovemos una cultura de servicio a través de la alegría, dentro del ambiente empresarial a través del juego”, afirma la directiva. La perseverancia, encontrar soluciones a los problemas y ver la vida desde un prisma más colorido, son solo algunas de las cualidades que posee el optimista. Su contrario, el pesimista, se deja vencer por la apatía y el desánimo, confirman desde esta asociación.
En opinión del psiquiatra Mario Torruco : “El optimismo, o ver las cosas desde un punto de vista positivo, puede ser una cualidad con la que nacemos o algo adquirido a lo largo de la vida. Puede ser uno de nuestros rasgos de personalidad o una forma aprendida de enfrentar las circunstancias de la vida, en otras palabras: el optimista nace y se hace”. Según este experto, en general, las personas que tienen altos niveles de optimismo y esperanza suelen salir fortalecidos ante situaciones estresantes e incluso dolorosas. Por ese motivo, cuando los resultados de algo no son los esperados, el optimista no se deprime con tanta facilidad como el pesimista. Esto tiene que ver, según Torruco, con uno de los preceptos fundamentales de una de las escuelas psicológicas más importantes: la cognitivo-conductual. “Nuestros pensamientos pueden cambiar las emociones y viceversa. En el caso del optimista, cuando se enfrenta a un fracaso, entra en un círculo virtuoso cognitivo, más o menos como este: ‘podré salir de este bache, luego me irá mejor y así me sentiré emocionalmente mejor’. En cambio, el pesimista, probablemente caiga en un círculo vicioso cognitivo de la siguiente manera: ‘este fracaso prueba que todo me saldrá mal, esto me hace sentir triste’. El psiquiatra Rojas Marcos apunta que el optimismo puede ser innato o aprendido, y que se puede conseguir con entrenamiento. En su libro La fuerza del optimismo habla, incluso, de sociedades o épocas históricas más optimistas que otras. De hecho, que nazcamos con una predisposición a ver la botella medio llena no quiere decir que al crecer en un ambiente negativo la conservemos. Lo mismo sucede con los fatalistas natos, que son capaces de desarrollar un temperamento optimista si viven en un ambiente propicio. Aprender a sentir y pensar en positivo es una inversión sumamente rentable para enfrentarse a la adversidad y ser felices. Se recomienda vivir la vida con entusiasmo. “Una persona entusiasta tiene mayor probabilidad de encontrar soluciones a un problema, pues buscará formas de resolverlo; al contrario, un pesimista, como piensa que nada saldrá bien y que cualquier cosa que haga no resultará, no se moverá, es decir, no hará nada”. Algunos estudios confirman que la gente que afronta la vida con optimismo vive mucho más que la que ve su presente y futuro con pesimismo. “Los optimistas viven más años, pues tienen menor riesgo de enfermedades cardíacas y aumentan sus defensas. No necesariamente cometerán excesos, no confundamos optimismo con impulsividad o imprudencia; esas son otras dimensiones de la personalidad”. De esta íntima relación entre la psique y el cuerpo se ocupa una ciencia emergente, la psiconeuroinmunología, que establece un nexo entre la actividad neuronal y el estado de fortaleza del sistema inmunológico. Los rasgos de la personalidad dependen del entorno social en el que se mueva la persona. El optimista no está solo. Es más probable que tenga una mayor red de apoyo. Es decir, comparte , “más amigos o más gente a la que acudir en caso de necesidad”.
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